A la mayoría de los clientes les encantan los diseños personalizados. Y sí, algunos cambios únicos pueden convertir una plantilla prefabricada en un hermoso y original diseño, y sino ahí tienes las maravillas que se pueden hacer a partir de plantillas Divi o desde Elementor, por ejemplo.
El problema está cuando la personalización va demasiado lejos. Aceptar demasiadas peticiones puede hacer que tus proyectos se conviertan en horas extras que parecen interminables.
Si quieres evitar estos problemas, aquí tienes algunas buenas razones para limitar la cantidad de cambios que ofreces a tus clientes.
Todo diseñador, desarrollador o constructor de páginas web ha trabajado con al menos un cliente que solicitó un sinfín de cambios en su sitio.
Al principio, las peticiones parecen razonables y son fáciles de implementar. Luego, las solicitudes se vuelven más complejas y a veces amenazan toda la infraestructura del sitio y hasta el sentido común.
Muchos maquetadores web permiten una amplia personalización de plantillas, homes, landings, e incluso todo el sitio. Sin embargo, aceptar cada solicitud que recibas significa que estarás gastando un tiempo precioso en prestaciones que no necesariamente apoyan el objetivo general de tu cliente.
Para gestionar las solicitudes excesivas, según nuestra experiencia, tienes que hacer dos cosas:
Cada vez que aceptas una petición, te comprometes a ti mismo y a tu equipo a otro ciclo de pruebas, verificación y reestructuración, sin contar con el costo horas-hombre que pudiera o no (son más veces las que no) estar cubierto por la cotización inicial que diste para el trabajo.
Todos los cambios que hagas tienen que servir para mejorar o fortalecer el propósito de la web. Si haces cambios que no contribuyen al propósito principal de la web, es una pérdida de dinero de los clientes y de tu tiempo.
Por supuesto, muchos clientes no saben cuando el cambio solicitado es una pérdida de dinero. Algunos clientes se aferran a ideas como usar animaciones para destacar todos los botones y casi cualquier idea loca que se les ocurra para hacer que todo resalte y destaque al mismo tiempo.
A menos que el único propósito del sitio web de tu cliente sea entretener a los usuarios con tantas “atracciones”, trata de convencerlos de las características que no sirven para nada.
Cuando dices que «sí» a cada petición que un cliente te hace, sin saberlo lo pones al mando del proyecto. Los clientes tienden a querer más control, en lugar de enfocarse directa y exclusivamente en lo que es de veras útil para ellos.
Cuando un cliente siente que está a cargo de todo el proyecto, es más probable que exija características que no sirvan para el mismo, y rechace los elementos de diseño y contenido que realmente funcionen a su favor.
A la gente le encanta personificar todo, incluyendo sus webs. Eso está bien para un sitio personal, sin embargo, los sitios de negocios no se benefician de la personificación; un sitio empresarial o de una marca debe reflejar la personalidad del negocio, no de quien lo lleva.
Hay una importante diferencia entre la personalización y la personificación:
Por ejemplo, un cliente podría solicitar que pongas un selfie gigante en la página de inicio, o podría pedirte que cambies la combinación de colores a los colores de su equipo de fútbol favorito para así poder «mostrarles su apoyo».
Si nunca has rechazado una petición, se sentirán heridos cuando digas que «no» a este tipo de peticiones, así que aprende pronto a decir «NO» desde el principio.
Para cumplir con los plazos de los proyectos y obtener resultados para tus clientes, mantén las personalizaciones al mínimo o al menos rechaza de plano aquellas totalmente inútiles. Algún día, te agradecerán que establezcas límites, pues si no lo haces, y el sitio no cumple con los objetivos esperados ¿a quién crees que culparan?…